Nos acercamos hasta Fontibre, un pequeño municipio cerca de Reinosa (Cantabria), para visitar el Nacimiento del río Ebro, o mejor dicho para conocer el que se ha denominado como “el oficial”, el más conocido, pero no el único nacimiento.

Dejamos el coche en el Parking que hay junto a la oficina de información y turismo. Aquí se encuentra también el Centro de Interpretación. En temporada baja solo lo abren los fines de semana así que hoy nos lo encontramos cerrado, una pena.



A pocos metros encontramos el acceso al Nacimiento. Se encuentra en una pequeña zona boscosa de fácil acceso que podrás recorrer a través de un paseo tranquilo de menos de 1km. A tu paso encontrarás patos, un área recreativa con mesas de picnic y una pequeña presa. Y si te quedas con ganas de más, puedes continuar la ruta hasta el Hayedo de la Guariza que está especialmente bonito en otoño.
Volviendo al Nacimiento del Ebro, es extraño pensar que uno de los ríos más caudaloso de la península tenga su origen en un manantial. Encontramos unos carteles explicativos que nos dan la explicación. El origen del nacimiento en realidad se encuentra bajo este punto, un terreno kárstico que hace posible que el agua del río Hijar se filtre, aportando un flujo constante de agua. Así que en realidad es el río Hijar el que aporta todo su agua, que la recibe a su vez del Pico Tres Mares, en la montaña del Alto Campoo. Tanta es el agua que aporta que en las épocas más calurosas llega a secarse por completo.



Pasamos la mañana paseando y decidimos quedarnos allí a comer. Junto al parking está el Restaurante Fontibre, una buena elección que te ofrece Menú del día, Menú infantil (que incluye pasta, fritos y lomo con patatas) y el Menú Especial Campurriano, con productos de la tierra. La comida buenísima y el trato muy cercano, nos sentimos como en casa.
CASTILLO DE ARGÜESO
Acercarse al único Castillo de interior de la provincia cántabra merece la pena. Sobre un cerro se encuentra este Castillo defensivo de origen gótico. Pasó por varias familias de la nobleza y posteriormente a particulares, donde comenzó a sufrir un gran deterioro. Fue en 1962 cuando su última propietaria lo donó al Ayuntamiento, con la única condición que tenía que ser restaurado. En 1983 lo declararon Bien de Interés Cultural y comenzaron las labores de restauración.
Cabe destacar todo el trabajo en madera, realizado en madera noble (castaño y roble autóctono), de la que se encargó la familia Sobaler, un trabajo totalmente artesanal que supondría un coste muy elevado pero que el maestro artesano seguro no quiso cobrar en su totalidad, ya que este fue un gran encargo para él y su último trabajo antes de jubilarse.
En la parte baja de una de las torres podemos observar una gárgola que se encontró en los trabajos de reconstrucción y un esqueleto de la pequeña necrópolis que allí se encontraba.
Hoy en día, además de visitar el Castillo, este espacio se ha convertido en un centro turístico-cultural, donde se organizan exposiciones itinerantes, talleres y hasta conciertos. Puedes consultar su agenda pinchando aquí. El precio de la entrada es de 2€/persona.
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